Nací enl 1966, el próximo mes cumplo 54 laureles y también viví una infancia maravillosa. Siempre en la calle jugando cuando era niño. Tuve la fortuna de que mi padre trabajara en un faro y eso hizo que mis vacaciones de verano, Navidad y Semana Santa fueran una verdadera gozada. Nos juntábamos un montón de chicos y chicas donde no había tiempo para el aburrimiento. Teníamos el mar a un paso y rodeados de un paraje natural cubierto de lentiscos y sabinas. En verano estábamos todos los días, bañándonos o haciendo pesca submarina, cuando llegaba el frio nos dedicábamos a otros menesteres. A mis dos hijos se los digo siempre: ¡Ojalá hubierais tenido una infancia tan bonita como la que yo tuve!
Cuando fui creciendo y empezaba a salir con los amigos, quedábamos casi siempre en el mismo sitio para charlar de nuestras cosas, tomar unas tapas o irnos al único pub de moda que había en mi ciudad. No existían los móviles, ni falta que hacían. Todos llegábamos puntuales y no había necesidad de andar mandando mensajitos cada cinco minutos. También me ayudó mucho a disfrutar de esa época que siempre he estado practicando deporte federado hasta los treinta y tantos, que lo fui dejando a un lado para limitarme a echar un rato de fútbol con los amigos.
En fin, se nota que me estoy haciendo mayor y me sale la vena nostálgica.
¡Un fuerte abrazo a todos y que la vida os trate estupendamente!
Saludos.