Si rompemos un documento en mil pedazos, siempre habrá una forma de recomponerlo y acceder, por lo tanto, a la información que contenía. Si fragmentamos cualquier otro objeto, incluso si lo quemamos, será posible «interrogarle» después para que nos revele toda o parte de su información. Pero si enviamos información al interior de un agujero negro, ésta se perderá para siempre.
Esto es, por lo menos, lo que los físicos han venido manteniendo desde hace décadas. Los agujeros negros son la última frontera, el punto de no retorno, entidades que que absorben materia (e información), y la evaporan al instante y sin dejar pista alguna de lo que alguna vez hubo en su interior.
