Por qué el pixelado en fotos y vídeos ya no es fiable para ocultar datos

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Por qué el pixelado en fotos y vídeos ya no es fiable para ocultar datos

El uso de desenfoque o pixelado para censurar información en imágenes y vídeos se ha convertido en una práctica habitual, pero también en una técnica cada vez más vulnerable. Un reciente experimento realizado por el creador de contenido Jeff Geerling lo ha demostrado: publicó un vídeo en YouTube con una carpeta pixelada y ofreció una recompensa a quien pudiera desvelar su contenido. En menos de 24 horas, varios usuarios lograron hacerlo. Uno de ellos documentó el proceso en GitHub. Primero aplicó un enfoque manual, revisando fotograma a fotograma, marcando las zonas censuradas y extrayendo patrones visuales con herramientas como GIMP. Aunque rudimentario, el método permitió recuperar parte del texto oculto. El segundo enfoque fue más avanzado: se centró en un solo fotograma, aplicó umbral de binarización e identificó patrones de píxeles para reconstruir el contenido con alta precisión. Cuanto mayor es el movimiento de la zona pixelada en un vídeo, más fácil resulta descifrar lo que hay debajo, ya que se generan más datos útiles para el análisis. Con la ayuda de herramientas modernas y algoritmos impulsados por inteligencia artificial, estos procesos se han automatizado en gran medida, haciéndolos accesibles incluso para usuarios sin experiencia técnica. La conclusión es contundente: los efectos visuales como el pixelado o desenfoque ya no garantizan la privacidad. La única forma verdaderamente segura de ocultar información sensible sigue siendo el uso de una máscara sólida de color plano, que no deja rastro alguno ni posibilidad de recuperación.

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