Conspiraciones hay por todos lados, continuamente. Forma parte del ser humano conspirar (cooperar) con otros humanos para engañar a terceros en pos de determinados objetivos, como un cartel de precios, manipular contabilidad para sacar beneficio de ello, hacer un Volkswagen para lograr ventaja competitiva, manipulación de elecciones, o cosas como pequeñas conspiraciones en el trabajo para echar a alguien que cae mal, etc... Pero cuanto más grande es la conspiración más difícil es ocultarla, cuantos más eslabones tiene la cadena más fácil es que uno se rompa y de al traste con todo, sea por ineptitud de alguno de los participantes, cambio la motivación o simplemente debido a mala suerte.
Pero en estos casos, cuando no hay una motivación clara para la supuesta conspiración se hace mucho más difícil de justificar, sin contar con la viabilidad de mantenerla a largo plazo. En mi opinión porque la gente que cree este tipo de cosas no suele creer solo en una de ellas sino que suele ver conspiraciones en todos lados, y el sentirse parte de un grupo privilegiado en posesión de la verdad les hace sentirse especiales. También forma parte de ello el que cuanto más implicados estamos en algo más difícil resulta cambiar de opinión. Y esto no solo es aplicable a conspiraciones sino a todo tipo de creencias. Si llevas décadas creyendo X, sea lo que sea, cambiar de opinión supondría reconocer que has perdido un montón de tiempo en algo incorrecto, así que psicológicamente resulta más fácil reafirmarse que rectificar.