Es muy sencillo: Nadie puede negar que sus productos son muy, muy buenos, y bien que los pagas, hasta aquí nigún problema. Tuvieron a un mesías llamado Jobs, Rey del marketing, que te hacía creer que necesitabas las cosas de Apple y la forma en la que Apple las hacía. Desde entonces, ha creado una imagen de marca muy potente, diría que de las mejores del mercado, tirando hacia lo religioso. Esto ha generado usuarios fieles y objetivos, pero también algún que otro feligrés que acepta todo lo que venga de la marca, aunque sea un iChurro o una iBayeta.