En 1976, más o menos por ese año, un avión que realizaba su trayecto por encima de los Balcanes, sufrió una impacto y por el agujero cayó una azafata desde 10.000 metros de altura. Se rompió las dos piernas, la pelvis y un brazo. Sobrevivió a esa salvaje caida.
Es algo que ocurre una vez entre un millón. Al igual que lo sucedido con el móvil.
Para saber si esto es debido a su construcción o a un mero hecho fortuito, el experimento debe repetirse un número definido de veces hasta encontrar datos significativos que eliminen el azar de la ecuación.