Si mañana sacan un smartphone que además de las habituales tareas cotidianas propias de su constitución, me pasa el polvo de casa, me friega y consigue, toda una proeza, salir bajo las camas sin ser engullido por las pelusas, mañana le cambio. Mañana. Pero, pero, como voy a hacer lo mismo de todos los días, ver un poco porno, mandar tres o cuatro whatsapp y ver el correo, me quedo con el que tengo. 300 que tengo y 300 que no gasto, son 600. A la saca.