—Si yo
XVI, por malos de mis pecados
67, o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuentro
68, o le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente
69, le venzo y le rindo, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado
70, y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora
71, y diga con voz humilde y rendida:
XVII «Yo, señora
XVIII, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania
72, a quien venció en singular batalla
73 el jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante la vuestra merced
XIX, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante»?
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