
16/04/13, 11:23:00
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Una vez que existe una patente en un país, otros países empiezan a recibir una enorme presión para adoptarla a través de negociaciones y acuerdos comerciales. Por esta razón, patentar alimentos cambia todo el funcionamiento de nuestra cadena alimentaria: durante miles de años los campesinos elegían qué semillas usar para sus cultivos sin preocuparse de ser demandados por violación de derechos de propiedad intelectual. Pero ahora las empresas de biotecnología están consiguiendo las patentes de las semillas y obligando a los agricultores a pagar cánones altísimos. Los agricultores ni siquiera pueden guardar las semillas patentadas para la próxima temporada de siembra. Monsanto ha demandado a cientos de ellos por usar el viejo arte de almacenar simientes para cultivar después. Monsanto & co. dicen que estas patentes generan innovación, pero lo que están creando es un monopolio corporativo sobre nuestra comida.
Afortunadamente, la Oficina de Patentes Europea está controlada por 38 países miembros que, con un voto, pueden bloquear aquellas patentes que hacen peligrar la comida cultivada a través de métodos convencionales. Incluso el Parlamento Europeo se pronunció al respecto, oponiéndose a estas patentes destructivas. Ahora, una oleada de presión pública podría empujar a prohibirlas de una vez por todas.
La situación ya es dramática. Monsanto es dueña del 36% de las variedades de tomates, el 32% de los pimientos y el 49% de los tipos de coliflor registrados en EE.UU. Con un simple cambio de regulación podríamos proteger nuestra comida, a nuestros agricultores y a todo el planeta del dominio corporativo.
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