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Viejo 06/12/23, 06:37:12
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Hay un pueblo castellano, Frómista, que tiene una de las iglesias en estilo románico más significativas del mundo mundial y que se llama: San Martín.
Bien, sin entrar en discusiones filosóficas sobre si es o no la mejor en su estilo lo cierto, lo real, es que hace ya más de veinte años, anteriormente a la configuración de un servicio de visitas guiadas por los estamentos oficiales, este recinto lo enseñaba, lo guiaba, un ciudadano fromisteño que se hacía llamar, Salva.
Si eras un visitante o un simple usuario del camino de Santiago y querías maravillarte en todo su esplendor del arte que en su interior Lucía este recinto sagrado, se debía buscar a Salva y que te dejara la llave o se dignara, no sin algún que otro refunfuño o bufido, a desplazarse hasta "el pajar" como él lo denominaba.
Salva, marido de la lechera del pueblo y un personaje que se hacía querer a su modo, siempre saludaba de dos únicas maneras: Buenos días y buenas noches.
Ya podían ser las 9, 13 o 16 horas, que siempre te espetaba un "buenos días". Y cuando oscurecía el saludo trinaba en un "buenas noches".
Y cuando alguien extrañado y medio sonriente preguntaba "¿serán buenas tardes, caballero -o Salva si le conocias-, que son las cuatro de la tarde...?", la respuesta siempre era la misma:
"No, buenos días; porque es de día".