Dejando de lado la estabilidad de la aplicación, la necesidad de un gamepad y un procesador potente que disminuya los defectos de una optimización muy primeriza, a mí me parece brutal una hazaña así.
Con los servicios en la nube y por cosas como estas, pronto un smartphone, será considerado como una videoconsola más, salvando las distancias claro.