No sé si la palabra exacta es adicto, pero yo confieso que ya no me separo de mi teléfono. Pero es que hace algunos años también aprovechaba cualquier rato libre para leer, ya fuera libro o periódico.
Ahora tengo las dos cosas en el teléfono, pero además: agenda, despertador, calculadora, fotocopiadora, cámara de fotos, cámara de video, gps, linterna, internet, radio, reproductor de música, reproductor de video, grabador de sonido, oficina del banco, multitienda... Y además... teléfono.
Los teléfonos inteligentes han cambiado nuestras vidas para bien. Es normal que dependamos de ellos y no tiene por qué ser de manera enfermiza. Lo que no concibo es que haya personas que por tozudez bizarra se nieguen a disfrutar de todo esto, teniendo un precio tan insignificante como del 10% de una salario mensual normal.
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