Y hay que hacer una última consideración. Viendo las características del Moto G, que cuesta menos de 200 euros (gama baja-media), uno se da cuenta de que en Android hemos llegado ya a un punto en el que sobra potencia por todos lados. Cualquier dispositivo, incluso el más modesto, es capaz de hacer las tareas más habituales (tomar fotos, entrar en Facebook, etc.) a una velocidad impresionante, y al final las diferencias entre unos y otros dispositivos es de apenas unas décimas de segundo. Por lo tanto, en cuestiones de fluidez cada vez será más difícil percibir diferencias reales entre un smartphone tope de gama de 600 euros y otro de gama básica que cuesta 100 euros, es una cuestión de lógica elemental. Ya han quedado muy atrás los días en los que comprar un Android de gama baja implicaba morirte de aburrimiento esperando cada vez que querías abrir una aplicación
Saludos
