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Viejo 11/09/10, 23:47:44
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Pumbyto Pumbyto no está en línea
Usuario veterano
 
Fecha de registro: ene 2010
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Evangelio de este domingo, según San Lucas 6,43-49.
"No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos:
cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Por qué me llamáis: 'Señor, Señor', y no hacéis lo que les digo?
Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.
Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.
En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande".




Comentario a este evangelio de San Afraates (hacia 345), monje y obispo cerca de Mosul:

Escúchame que voy a hablarte de la fe cimentada sobre la roca y del edificio que se levanta sobre esa roca. En efecto, el hombre comienza por creer, y cuando cree, ama; cuando ama, espera; cuando espera, es justificado; cuando está justificado, está acabado; cuando está acabado, llega a la cima. Cuando todo su edificio está levantado, llegado a la cima y acabado, llega a ser casa y templo habitado por Cristo/el Mesías... Esto es lo que dice el bienaventurado apóstol Pablo: «Sois templo de Dios, y el Espíritu de Cristo habita en vosotros» (1C 3,16; 6,19). Y nuestro Señor mismo dice a sus discípulos: «Vosotros estáis en mí y yo en vosotros» n 14,20)...

Cuando el edificio llega a ser casa habitada, entonces el hombre comienza a preocuparse de lo que le pide el que habita en esta casa. Es como una casa en la que vive el rey o un hombre de noble familia que lleva un nombre real. Entonces se piden para el rey todas las insignias de la realeza y todo el servicio que corresponde a su dignidad real. Nunca un rey vive en una casa vacía... Así ocurre con el hombre que ha llegado a ser casa habitada por Cristo/el Mesías: atiende a lo que conviene para el servicio del Mesías que le habita, a las cosas que le dan gusto.


Un vídeo infantil sobre esta parábola, pero con una divertida canción del grupo Valiván compuesta para la ocasión:
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Inmaculado Corazón de María, ¡sed mi salvación, Madre Mía!