Apple, con muy buenos productos, por supuesto, ha sabido otorgarle a los mismos un status de deseabilidad muy elevado. Tener un producto Apple te otorga un halo de exquisitez que no te lo proporciona casi nadie en el mundo tecnológico. Pero, ¿vale un iPhone realmente lo que cuesta? Veamos: no pasa del Full HD o de los 3GB de RAM. Sus materiales de construcción ya no se diferencian de los gama alta de Android. Su frontal no está aprovechado, con unos bordes que en Android solo se ven ya en la gama baja... Lo único que lo distingue de cualquier Android de gama alta, es su sistema operativo. ¿Vale eso 300 euros más? Evidentemente, no. Antes, un iPhone era lo más top: diseño cuidado, materiales de primera, sistema fluido, la mejor cámara del mercado, pantalla Retina espectacular... Pero hoy día, Android le ha comido el terreno, y por 500-700 euros tienes terminales que no envidian en casi nada a ningún iPhone, tecnológicamente hablando. La suerte que tiene Apple es que iOS no tiene competencia. Si una compañía ajena a Apple sacara un terminal con iOS, pero costando 200 euros menos (acercándose a su coste real), ¿quién compraría un iPhone? Algunos seguirán pensando en términos de exclusividad. Pero por mucho menos dinero tienes en Android terminales a su altura e incluso superiores.